León de Greiff/ Prosa/ Bajo el signo de Leo

Esto nos dictó don Luis al oído, en consideración
de la brevedad engañosa de la vida (y no tan breve).
Don Luis de Argote y Góngora no estuvo largo rato
con nosotros. Dijo y se fue. Nos dejó en nuestras
pobres soledades claras, y escapó tras las suyas
preclaras, clarísimas y ricas soledades.
Nos dejó don Luis en qué paupérrimas soledades
y congojas. Rumiando cosas ya viejas en antaño,
íbamos –vosotros y yo– a tornar a Bruno Ibeas…
La fortuna que se acercó a la nuestra mesilla un
huésped parlanchín, anécdotas en ristre… con lo que se
nos fue el hilo… con lo que fue desapareciendo nuestro
tedio cejijunto y lo trocamos (interludio) por la
algazara y la guazábara ambientes. Que ya iba
poblándose de ruidos el rincón menos absurdo,
en que morábamos de riguroso incógnito. ¿Quiénes?
Pues los interlocutores reales o imaginarios que han
ido o venido apareciendo…
Definitivamente es mejor hacer nada que hacer solo
naderías o (peor) boberías. La soledad absoluta,
en el silencio, se conjuga y confunde exquisitamente
con la pereza, con el lauto ocio, con el dolce farniente.
No hacer nada. No hacer nada distinto de ensoñar,
de vagar y divagar y discurrir entre volutas y espirales
de humo, y por ondas musicales. Ensoñar solo
y tras ningún señuelo falacioso. Ensueño puro.

Llegó ahora Gaspar el Errabundo, vate en
caducidad. Y tornó pobre y desmejorado de condición
y de salud mental, un poco lelo y embobecido.
Avejancado y otrosí –magüer su inopia– gotoso.
Gotoso, miope, calvo y áfono. Gaspar el Errabundo
hecho cribas, voto a ellas!
Pero ya no hace versos ni RELATOS con argumento
y sin poesía de la pura, decantada, y con poesía de la
turbia y xarra. Ahora se dá por docto en Cenología
absoluta y en Hialurgia aplicada a la fabricación en
serie de prosa sosa ociosa y con frecuencia isocrónica
por heptémeros. Trabajará con nos. Ingresará en
nuestro equipo. No es nimboso o nimbífero su estilo
sino discreto y respetuoso de las normas formales
(o de las formas normales). Y escribe corto,
por fortuna, siguiendo a medias a Gracián.
Gaspar el Errabundo –oh rubor!– hacia 1915
manufacturaba sonetos en secuencias o ciclos
interminables.
Pésimos además los sonetitos
y sonetones romanticoides con que invadía los ámbitos
poéticos. Mordecai! –como decía Ebenezer–:
tras de cada sonetito o sonetón seguían docenas y cada
sonetón o sonetito ya estaba precedido de otras
tantas docenas… Afortunadamente desapareció buen
número de ellos y solo queda breve copia –y en copia manuscrita–.

Pero ahora Gaspar se dejó de las tonterías de su
mocedad lontana y lontana. Quizás las de su senectud
no tan lozana y lozana sean más leves. Quiéranlo así
los Hados y las Hadas y el buen Gaspar…
mas ya será para otra vez.
22 X 1953

Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

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